jueves, 5 de octubre de 2017

Fracaso de los líderes


 II Parte


Fracaso de los líderes

Las habilidades de la inteligencia emocional son sinérgicas respecto de las cognitivas y los trabajadores "estrella" tienen unas y otras. Porque el hecho es que, cuanto más complejo sea un determinado trabajo, mayor es la importancia de la inteligencia emocional.
Las competencias emocionales resultan especialmente importantes en el campo del liderazgo, que apunta a lograr que las personas lleven a cabo su trabajo del modo más eficaz posible. Es por esto por lo que la ineptitud emocional de los jefes consume tiempo, genera roces, desalienta la motivación y el compromiso, fomenta la hostilidad y la apatía y, en suma, provoca un menoscabo en el rendimiento laboral de los trabajadores. De este modo, las fortalezas y debilidades de la competencia emocional de un jefe pueden medirse, respectivamente, con el pleno aprovechamiento o el mal uso del talento de sus subordinados.

Cerca de la mitad de las habilidades que necesitamos son de orden técnico  pero el resto tienen que ver con el dominio '"blando" de la inteligencia emocional, un dominio cuya importancia resulta excepcional para el desempeño de los trabajadores "'estrella. Las habilidades técnicas son menos importantes cuanto mayor es el nivel del trabajo que hay que realizar y, en cambio, las competencias propias de la inteligencia emocional adquieren mayor relevancia.

 

Las competencias emocionales más relevantes para el éxito caen dentro de los tres grandes grupos siguientes:
• Iniciativa, motivación de logro y adaptabilidad.
• Influencia, capacidad para liderar equipos y conciencia política.
• Empatía, confianza en uno mismo y capacidad de alentar al desarrollo delos demás.





 Los jefes de departamento dotados de estas cualidades suelen superar un 15 y un 20% en sus estimaciones de rendimiento laboral mientras que los que carecen de ellas suelen quedar un 20% por debajo de ellas.


“El director general de cierta empresa —una de las más importantes de su sector—  confesó la razón por la cual, en lugar de ascender al jefe de contabilidad —que llevaba muchos años trabajando en la empresa—, acabó despidiéndole: «Tenía un talento extraordinario —dijo—, era intelectualmente brillante y poseía una mente muy incisiva, era un auténtico mago con los números. Por ello, a fin de cuentas, era jefe de contabilidad.

»Pero a pesar de todo ello, hubiera sido un pésimo jefe, porque no era una persona especialmente agradable sino que solía mostrarse brusco y desconsiderado. Y en la interacción con los grupos se mostraba torpe, carecía de toda sensibilidad e incluso adolecía de toda vida social, hasta el punto de que, a los cuarenta y cinco años, se hallaba completamente solo, no tenía amigos y pasaba todo el tiempo trabajando. Era, en suma, una persona unidimensional, razón por la cual acabé despidiéndole.

»Si sólo hubiera poseído el 5% de las competencias emocionales, hoy en día seguiría en su puesto de trabajo.»

 

Las ocasiones en que hay que mostrarse duro
 A decir verdad, el liderazgo a veces exige cierta dureza. El arte del liderazgo consiste también en saber cuándo debemos imponernos —y amonestar a alguien por su bajo rendimiento, por ejemplo— y cuándo debe mosmostrarnos más amables y emplear formas menos enérgicas de orientar y
dirigir a los demás.
Hay ocasiones en que el liderazgo exige asumir decisiones difíciles. A fin de cuentas, alguien debe decirle a la gente lo que tiene que hacer, conseguir que cumplan su cometido y ser muy claro con respecto a las consecuencias que comporta el incumplimiento de sus obligaciones. Así pues, no todo se reduce a la persuasión, la búsqueda del consenso y el resto de las artes de la influencia porque en ciertos momentos hay que recurrir a la autoridad para lograr que la gente se ponga en marcha.
Uno de los errores más típicos de los líderes —desde los supervisores hasta los altos ejecutivos— es la incapacidad de mostrarse enérgicos cuando la ocasión lo requiere. En este sentido, la negligencia constituye un verdadero obstáculo, como ocurre, por ejemplo, cuando alguien se halla más preocupado por agradar a los demás que por hacer que cumplan con su cometido, en cuyo caso, en lugar de oponerse al bajo rendimiento, no hacen más que alentarlo.
Las personas que se sienten incómodas con el enfrentamiento y el enojo también tienen resistencias para asumir una actitud decidida cuando la ocasión lo requiere.

Características de Fracaso

Ø  Rigidez: Incapacidad para adaptarse a los cambios de la política de la empresa e incapacidad para asimilar o responder adecuadamente a la retroalimentación sobre los rasgos que deben cambiar o mejorar. Se trata, en suma, de personas que no han desarrollado la capacidad de escuchar y de aprender.
Ø  Relaciones muy pobres: Entre los factores más frecuentemente citados se hallan las críticas muy severas, la insensibilidad o las exigencias exageradas que terminan confundiendo a sus subordinados.
Estos rasgos demostraron ser verdaderos obstáculos hasta para los ejecutivos más brillantes y dotados. Cierto ejecutivo se refirió a un colega fracasado del siguiente modo: «Es un gran estratega y posee un elevado sentido de la ética pero desprecia a las personas y sólo sabe demostrar su inteligencia menospreciando a los demás. Son muchas las personas que han tratado de ayudarle a superar esta desventaja pero, hasta el momento, parece tratarse de un caso perdido».
Ø  La flexibilidad constituye el opuesto de la rigidez. «El liderazgo ágil y la capacidad para recurrir a diferentes estilos directivos con personas pertenecientes a todos los niveles de la empresa —desde los vendedores hasta la alta dirección— exigen una buena dosis de empatía y autocontrol emocional
Ø  Autocontrol: Los jefes que fracasan soportan mal la presión y tienden al mal humor y los ataques de cólera. El ejecutivo con éxito, por su parte, no pierde el equilibrio durante las situaciones tensas sino que aun en medio de la crisis, mantiene su serenidad, su confianza y su responsabilidad.
Ø  Responsabilidad: El grupo de los fracasados suele reaccionar defensivamente ante los errores y las críticas, negándolas, encubriéndolas o intentando descargar su responsabilidad sobre otras personas. Los triunfadores, por su parte, asumen sus responsabilidades, admiten sus posibles fallos y errores, toman medidas para solucionar los problemas y siguen adelante sin dar más vueltas a lo ocurrido.
Ø  Fidelidad: Los errores suelen estar ligados al exceso de ambición, el deseo de seguir adelante a expensas de los demás. Los directivos que triunfan más muestran, por el contrario, un profundo interés por las necesidades de sus subordinados y colegas y por las exigencias concretas de la tarea que estén llevando a cabo y conceden a todo ello más importancia que el hecho de tratar de impresionar a toda costa a su propio jefe.
Ø  Habilidades sociales: Los líderes que fracasan son poco empáticos y sensibles, y de este modo suelen exhibir un exceso de arrogancia, agresividad o prepotencia hacia sus subordinados. Y, aunque hay algunos que de vez en cuando se muestren encantadores e incluso parezcan estar interesados en los demás, esto termina revelándose como una mera fachada. Los directivos triunfadores, por su parte, se muestran empáticos y sensibles, y son considerados y respetuosos con todo el mundo, tanto superiores como subordinados.





miércoles, 13 de septiembre de 2017

PSICOLOGÍA LABORAL: MÁS ALLÁ DE LA EXPERIENCIA


PARTE 1 


Las normas que gobiernan el mundo laboral están cambiando. En la actualidad no sólo se nos juzga por lo más o menos inteligentes que podamos ser ni por nuestra formación o experiencia, sino también por el modo en que nos relacionamos con nosotros mismos y con los demás.
Estas nuevas normas pueden ayudarnos a predecir quién va a fracasar y quién, por el contrario, llegará a convertirse en un trabajador '"estrella".

Pero el hecho es que estas normas tienen muy poco que ver con lo que, en la escuela, nos dijeron que era importante porque, desde esta nueva perspectiva, las habilidades académicas son prácticamente irrelevantes. Este nuevo criterio parte de la base de que ya disponemos de suficiente capacidad intelectual y destreza técnica para llevar a cabo nuestro trabajo y, por el contrario, centra su atención en cualidades personales como iniciativa, la empatía, la adaptabilidad o la capacidad de persuasión.
En una época que adolece de todo tipo de garantía y seguridad laboral y en la que el mismo concepto de "trabajo" está viéndose rápidamente reemplazado por el de "habilidades portátiles", éstas son las cualidades que determinarán nuestra permanencia en el puesto de trabajo y nuestra flexibilidad para adaptarnos al nuevo mercado laboral, habilidades con una gran diversidad de términos, como "carácter", "personalidad", "competencias" o "habilidades blandas", en la actualidad disponemos de una comprensión más detallada de estos talentos y de un nuevo nombre para ellas: "inteligencia emocional”.

Una forma distinta de ser inteligente


«En la escuela de ingeniería tenía la nota promedio más baja que jamás se había dado —me confesó el director adjunto de una empresa de consulting— pero cuando me alisté en el ejército y fui a la academia de oficiales, me convertí en el primero de mi promoción. Todo depende del tipo de relación que mantengamos con nosotros mismos, del modo en que nos relacionemos con los demás, de nuestra capacidad de liderazgo y de nuestra habilidad para trabajar en equipo. Éstos son los elementos que, a mi juicio, determinan la realidad del mundo laboral.»

v     * La inteligencia emocional no significa sólo "ser amable", porque hay momentos estratégicos en los que no se requiere precisamente la amabilidad sino, por el contrario, afrontar abiertamente una realidad incómoda que no puede eludirse por más tiempo.


v   * La inteligencia emocional tampoco quiere decir que debamos dar rienda suelta a nuestros sentimientos y “dejar al descubierto todas nuestras intimidades" sino que se refiere a la capacidad de expresar nuestros propios sentimientos del modo más adecuado y eficaz, posibilitando la colaboración en la consecución de un objetivo común.


El grado de desarrollo de la inteligencia emocional no está determinado genéticamente y tampoco se desarrolla exclusivamente en nuestra infancia. A diferencia de lo que ocurre con el CI, que apenas varía después de cumplir los diez años, la inteligencia emocional constituye un proceso de aprendizaje mucho más lento que prosigue durante toda la vida y que nos permite ir aprendiendo de nuestras experiencias, se trata de ser más capaces de manejar sus propias emociones e impulsos, de motivarse a sí mismos y de perfeccionar su empatía y sus habilidades sociales

Antes los trabajadores de un nivel intermedio podían ocultar fácilmente su irascibilidad o su timidez, pero hoy en día se hace cada vez más evidente la importancia de habilidades tales como el control de las propias emociones, el adecuado manejo de las entrevistas, la capacidad de trabajar en equipo y el liderazgo.


En una encuesta de alcance nacional que trataba de determinar lo que demandan los empresarios de sus nuevos trabajadores, las competencias técnicas concretas no eran más importantes que la habilidad subyacente para aprender el trabajo. Pero, además de esta cualidad, los empresarios enumeraban también las siguientes:
 
• Capacidad de escuchar y de comunicarse verbalmente
• Adaptabilidad y capacidad de dar una respuesta creativa ante los contratiempos y los obstáculos
• Capacidad de controlarse a sí mismo, confianza, motivación para trabajar en la consecución de determinados objetivos, sensación de querer abrirse un camino y sentirse orgulloso de los logros conseguidos
• Eficacia grupal e interpersonal, cooperación, capacidad de trabajar en equipo y habilidad para negociar las disputas
• Eficacia dentro de la organización, predisposición a participar activamente y potencial de liderazgo.
Así pues, sólo uno de los siete rasgos más valorados por los empresarios tenía un carácter académico, la competencia matemática y las habilidades de lectura y escritura.














martes, 18 de julio de 2017

Psicología y razón


Aun entre los terapeutas de formación más sólida, es indudable que desde el enfoque occidental todo se orienta a determinar el origen de los problemas y, por lo tanto, los modos de analizar cada situación están siempre impregnados de nuestra fuerte tendencia racionalista que, como es obvio, parte de la suposición (no siempre acertada) de que todo puede explicarse.
Para terminar de perder el camino, nuestro razonamiento muchas veces se apoya en determinadas premisas que damos por indiscutibles cuando no lo son.
La psicología ha demostrado que existen condicionamientos educativos, por lo general no demasiado conscientes, y muchos hábitos ligados a ciertas experiencias de nuestra historia que han dejado huellas indelebles en nuestra mente.
Como se supone que todo tiene explicación dentro de esta vida, cuando no se encuentra la causa de ciertos comportamientos o problemas, aparece la tendencia a localizarla siempre en el contenido oculto, olvidado o reprimido de nuestro inconsciente.
Y es hasta cierto punto bastante lógica esta dispersión.
Si por alguna razón decidiera yo que la llave que busco está forzosamente dentro de este armario y a pesar de mi convicción no la encontrara, concluiría con seguridad en la idea de que existe un compartimiento secreto en el mueble.
Para algunos colegas, estos determinantes ni siquiera pertenecen a nuestra historia inconsciente, sino que corresponden a condicionamientos y huellas dejados por vidas anteriores.
Sinceramente, creo que existe en algunos de nosotros -psicoterapeutas, psicoanalizados o ambas cosas— una tendencia a subrayar en exceso el papel del inconsciente a la hora de buscar el origen o la explicación de nuestros problemas, que si bien están atados a los condicionamientos que nos esclavizan, no están necesariamente vedados a nuestra mirada, ni son independientes de nuestra decisión de librarnos de ellos.

Un avión no deja de poder desplazarse por la pista, exactamente igual que como lo haría un automóvil, pero sólo se actualiza como avión cuando se eleva en el aire, es decir, en el espacio tridimensional. De la misma manera, si bien el hombre es un ser humano, también es algo más que un ser humano: es una persona, y esto implica una dimensión más sumada a la de su autonomía: la de su libertad.


Evidentemente, la libertad del hombre
no es una libertad de condicionamientos biológicos
o psicológicos, es la libertad para tomar posición
ante todos los condicionamientos
y elegir el propio camino.






jueves, 11 de mayo de 2017

Relajación y Atención Plena en niños

El estrés es la reacción del cuerpo ante cualquier situación que se perciba como un peligro. 
No son los acontecimientos o las circunstancias en sí mismos, sino la reacción del cuerpo ante éstos.
El estrés se registra en el cuerpo como una reacción ante el peligro conocida como la respuesta de «agresión, huida o inmovilidad», que es una respuesta innata y automática. Es la respuesta provoca un conjunto de reacciones fisiológicas en el cuerpo: aumenta la frecuencia cardiaca, la sangre se disiribuye hacia los músculos para aumentar la fuerza, se dilatan las pupilas y se detiene la digestión. El problema es que en el mundo moderno se abusa de la respuesta de «agresión, huida o inmovilidad», porque respondemos a muchas situaciones como si estuviera en peligro nuestra vida cuando no es así, nuestro sistema nervioso no tiene tiempo de recuperarse porque estamos activando esta respuesta con demasiada frecuencia. Cuando el estrés es crónico el cuerpo no puede enfrentarse a él y la sobrecarga de estrés puede conducir a una enfermedad relacionada con el estrés.
Afortunadamente a finales de la década de 1960 algunos investigadores de la Universidad de Harvard, como Herbert Benson, observaron la existencia de un mecanismo de compensación a la respuesta de «agresión, huida o inmovilidad ». Consistía en un conjunto de respuestas fisiológicas
coordinadas de forma similar. Benson lo denominó la «respuesta de relajación». Esta puede activarse simplemente sentándose en silencio y concentrando el cuerpo en la relajación a través de la meditación, la visualización, los movimientos lentos, el arte y la música, o relajando los músculos de forma intencionada y sistemática.





En primer lugar, es importante concentrarse en respirar profundamente, un ingrediente esencial en cualquier actividad de relajación. Respirar profunda y uniformemente es una de las maneras más rápidas y fáciles de aumentar la relajación y la conciencia, y liberar la tensión y el estrés. Sin embargo sólo la respiración abdominal (también denominada respiración diafragmática) ayuda a liberar el estrés más profundo.
También es importante ser consciente de cuáles son nuestros factores de estrés y notar la forma en que reacciona nuestro cuerpo. Es posible que al principio no nos demos cuenta de la cantidad de estrés que acumulamos, aunque el cuerpo registra el estrés antes de que seamos conscientes de él. La tensión en los músculos es una señal que produce el cuerpo cuando tenemos estrés.






PRESTAR ATENCIÓN
En el segundo ejercicio para tranquilizarse ayudamos a que los niños experimenten la atención plena como una forma de mejorar su capacidad para prestar atención al momento sin emitir juicios. Esta capacidad la tenemos todos y puede estimularse mediante la práctica e integrarse en la vida diaria.
La atención plena como herramienta de relajación nos hace prestar total atención a lo que estamos haciendo cuando lo estamos haciendo. La atención plena puede practicarse como una forma de meditación o emplearse como una manera de prestar total atención a nuestras actividades diarias, igual que dar un paseo o preparar la comida.

Los ejercicios de atención plena se realizan mientras permanecemos inmóviles; cuando la mente divague simplemente observamos hacia dónde se han dirigido los pensamientos y después devolvemos la atención a nuestra respiración, que nos sirve de anclaje. Resulta útil darle nombre a los pensamientos que vienen y van utilizando palabras sencillas, como «oír», «pensar» y «sentir». Este proceso nos ayuda a darnos cuenta de dónde está nuestra atención para que podamos llevarla
de nuevo a nuestra respiración. 



El objetivo principal de la conciencia de la atención plena es fortalecer nuestra capacidad
para prestar atención. Cuando la mente divaga no emitimos ningún juicio, puesto que es algo natural. Simplemente volvemos a nuestra respiración como anclaje de nuestra experiencia. La conciencia se fortalece de la misma manera que se fortalecen otras habilidades: con la práctica.
Las investigaciones han demostrado que la práctica de la meditación de la atención plena y su integración en la vida diaria reduce el estrés, potencia el sistema inmunológico y es una estrategia eficaz de relajación. 
Pero lo más importante es que la atención plena cultiva una sensación de serenidad, frena los pensamientos acelerados activados por los factores de estrés y nos proporciona la energía y las estrategias necesarias para enfrentarnos a los desafíos. Cuando aplicamos la atención plena nos entregamos totalmente a las experiencias, hacemos una cosa en cada momento, nos concentramos en
esa cosa, somos conscientes de ella y la interiorizamos completamente.
Esto vuelve a comunicarnos con el mundo que nos rodea y con nosotros mismos. 
La atención plena puede permaneciendo inmóvil y también como un hábito de conciencia que aplicamos a la vida diaria normal.Es deciir, podemos abordar cualquier tarea diaria (como lavarnos los dientes, vestirnos y comer) con atención plena y concieneia.
En realidad es mejor que los niños comiencen a realizar tareas diarias con atención plena antes de empezar con los ejercicios, en los que es necesario permanecer inmóvil.
 
 









viernes, 17 de marzo de 2017

Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad: Cómo ayudar a tu niño


Es muy frecuente en la infancia, ya que afecta el 3% y 6% de los niños. Se transmite en familias con un alto componente genético y factores medioambientales. Se ha encontrado alteraciones en la estructura, función y neurotransmisión cerebral en pacientes con TDAH. El tratamiento se basa en un abordaje con medicación y psicosocial (apoyo escolar y entrenamiento de padres sobre el TDAH y manejo conductual).

Las causas del  TDAH  son múltiples, ya que influyen diversos factores, sin  embargo actualmente se cuenta con el conocimiento de algunos de ellos;  cabe resaltar que ningún factor por sí solo explica el origen del trastorno.
Estos son algunos factores que pueden influir:

Factores genéticos

• Se ha encontrado que un tercio de personas con TDAH tienen un familiar  con el trastorno.

• Los hermanos de un niño con TDAH tienen un riesgo dos veces mayor de  padecer el trastorno que la población general.

  Un hermano puede manifestar predominantemente síntomas de  hiperactividad, mientras que otro puede manifestar sobretodo síntomas de  déficit de atención.

• Existe mayor presencia en hijos de padres alcohólicos y con personalidad  antisocial.

Factores neuroquímicos

• Algunos estudios muestran que ciertos neurotrasmisores (sustancias  químicas del cerebro que permiten la transmisión de la información de  una neurona a otra) son deficientes. En especial, han sido identificados dos  neurotrasmisores: dopamina y la norepinefrina.

Los neurotransmisores relacionados con el TDAH son la dopamina, serotonina, y norepinefrina o noradrenalina, los cuales participan llevando y trayendo información para las adecuadas respuestas cognitivas y el control de impulsos de la persona.

Cuando existen niveles elevados de Dopamina la persona puede estar concentrada y enfocarse para trabajar en una tarea

Cuando existen niveles bajos de Dopamina entonces hay distracción y dificulta completar una tarea, dificultad para pensar anticipadamente, impulsividad cognitiva (muchas ideas de golpe en la cabeza)

En el caso de la Serotonina, con niveles elevados mantiene buen estado del ánimo, puede mantenerse enfocado en una sola cosa, ayuda a conciliar el sueño

Cuando existen niveles bajos de Serotonina: irritabilidad, agresión hacia sí mismo u otros, impulsividad

Factores neurofisiológicos

 Comunicación entre neuronas con funcionamiento o desarrollo anormal, los  cuales se detectan a través de estudios de electroencefalografía y potenciales  evocados (registro de respuesta a estímulos).

Factores psicosociales

 Las vivencias que producen estrés psíquico, la pérdida del equilibrio familiar y otros factores inductores de ansiedad contribuyen a la aparición o a la  persistencia de TDAH.

• Otros factores psicosociales que pueden influir, son: Factores Familiares y  exigencias sociales.

 El nivel socioeconómico no parece ser un factor influyente.


Afecta la capacidad de:

* Regular su nivel de actividad, por lo que tienen hiperactividad.

* Inhibir o frenar sus ideas, pensamientos o comportamientos, por lo que tienen impulsividad

* Prestar atención a las acciones que realizan, por lo que sufren inatención.

* Tiene una gran dificultad para prestar atención y concentrarse, se diatrae fácilmente y es muy impulsivo.
         
Sus sintomas empiezan antes de los 7 años de edad y afecta al niño o adolescente al menos dos ambientes de su vida como en la casa, colegio o con los amigos.

A largo plazo si no se trata correctamentem produce una disminucion del rendimiento esclar, este dificulta su paso a cursos superiores, sipasan de curso no dominan la materia anterior y el niño se hace cada vez mas endeble, donde afecta el desarrollo social y emocional. Debido a problemas en las relaciones con los compañeros por su impulsividad, los niños con TDAH tienden a tener pocos amigos.

Los fracasos repetidos en el colegio, las discusiones con amigos y padres surgen sintomas depresivos donde desarrollan comportamientos negativistas, desafio de autoridad, problema de conductas mayores e incluso, abuso de alcohol y drogas.

Existen 3 tipos de TDAH:

·         TDAH tipo hiperactivo-impulsivo (el niño solo presenta hiperactividad e impulsividad), que es muy poco frecuente.
·         TDHA tipo inatento ( tiene inatención)
·         TDHA tipo combinado ( presenta tres síntomas; hiperactividad, impulsividad e inatención)

El niño es inatento cuando, por ejemplo: Al preparse por la mañana para el colegio, si mientras se viste ve un juguete que le atrae, se queda medio vestido y jugando. Hay que decirle muchas veces que se vista, quitarle el juguete, acabar de vestirle y llevarle a desayunar, para encontrarle jugueteando con otra cosa y sin desayunar.

Los niños con impulsividad tienen dificultades para inhibir o modular sus respuestas o reacciones inmediatas ante las situaciones. Por eso, en clase responden sin pensar, a veces incluso antes de que el profesor haya terminado de formular la pregunta sin pensar realmente lo que se está preguntando. Hacen comentarios inapropiados sin pensar en la reacción de la otra persona.

 

Su impulsividad hace que les resulte muy difícil esperar su turno para hacer algo, por ejemplo en juegos y, por ellos, no son aceptados por los compañeros.
Sufren más accidentes (como golpes, caídas, fracturas)





El adulto que continúa con TDAH continua con sensación interna de inquietud, poca planificación y organización, poca memoria, malestar emocional, frustración y mal carácter, con enfados frecuentes. Les resulta difícil acabar las tareas de cada día. A nivel familias tienen más problemas (discusiones, separaciones, divorcios, varios matrimonios), mayor índice de accidentes de tráfico y comportamientos que rompen las reglas (multas por exceso de velocidad). Suele haber problemas psiquiátricos asociados, como depresión.
  


Tienen frecuentemente problemas graves de conducta, comportamientos antisociales (mentir, robar, faltar a clase, engañar a otros) Abuso de alcohol y drogas.











Técnicas de modificación de conducta
Un niño con TDAH puede ser un torbellino   de   conducta desordenadas e inapropiadas y a  menudo,  los  métodos  que funcionan  con  otros  niños  no  tienen resultado en él. Ante esta situación, la única manera de lograr que el niño se comporte es poner en práctica una serie de técnicas para modificar su conducta.

Antes  de  empezar,  los  padres  deben proponerse aplicarlas con constancia. Las técnicas  de  modificación  de  conducta producen  un  efecto  rebote.  Cuando  se comienza a aplicarlas se aprecia una mejoría que disminuye rápidamente; en ese momento los padres suelen abandonar las técnicas pensando que no han dado resultado. Por lo tanto, hay que ser pacientes y tener muy claro que todos los niños tienen altibajos.


Refuerzo positivo

Este tipo de técnicas requieren que los padres presten atención a las conductas adecuadas que normalmente pasan desapercibidas. Por ejemplo,  felicite al niño inmediatamente después de que haya hecho algo bueno, como hablar sin gritar o pedirle el juguete a su hermana en lugar de quitárselo.

Hágalo a menudo, no responda solamente ante sus malas conductas . De lo contrario, el niño se seguirá portando mal, ya que percibirá que es la única forma de llamar la atención de sus padres.

Las  técnicas  de  refuerzo  positivo  están basadas en los siguientes puntos:

  La alabanza y los premios , que deben incluir  un  tono  de  voz  agradable  y  una alabanza sincera. A su vez, los halagos no deben  ser  siempre  iguales.  Si  lo  son, perderán su efecto reforzador.

• Procure prestar una  atención positiva  a su  hijo.  Hágale  sabe  que  usted  está interesado y comprometido en ayudarlo cuando sea necesario, préstele atención, escúchele cuidadosa y atentamente.

• Mantenga contacto físico con él: Siéntese cerca o póngale sobre sus rodillas, dele abrazos y besos o una palmadita cariñosa, hágale cosquillas...

• Identifique cuáles son las recompensas y privilegios  apropiados para el niño y no dude en otorgarlos inmediatamente después de observar una conducta adecuada (nunca antes).  Debe  intentar  que  estas recompensas no sean siempre las mismas y pactar con él en qué situaciones se le retirará (en este sentido, no amenace, actúe).  Finalmente,  recuerde  que  este sistema funciona con lentitud, por lo que debe ser perseverante.



Disminuir los comportamientos inadecuados

Con respecto a estas técnicas, deben ponerse en práctica inmediatamente después de la conducta negativa que se quiera corregir. Sin embargo,  ninguna  debe  prolongarse  en exceso,  ya  que  generará  en  el  niño sentimientos de rencor y frustración.

  No le preste atención. Cuando el niño se porte  mal  o  tenga  conductas  agresivas sobre sí mismo o sobre los demás, retírele toda su atención. El niño soporta mal que le  ignoren  y  verá  que  su  conducta  no funciona.

   Aislamiento  o  técnica  del  “tiempo fuera”. Inmediatamente después de que su hijo haya mantenido un comportamiento incorrecto, haga que pase unos minutos en un rincón o en cualquier otro sitio aburrido donde no pueda encontrar ninguna cosa divertida ni estimulante. Pero no imponga esta situación como algo negativo, sino como  una  oportunidad  para  calmarse.

Aplique  esta  técnica  después  de  una advertencia y sólo para detener conductas violentas. Si su hijo se niega a marcharse al lugar de aislamiento, aumente un minuto extra el castigo por cada minuto que se retrase en cumplirlo.  Y  adviértale  que  si  sale  del aislamiento antes de que se le permita hacerlo, el tiempo empezará a contar de nuevo.


Cómo lograr que su hijo obedezca

Una de las tareas más difíciles para los padres de un niño con TDAH  es  lograr  que  éste obedezca.  Para  ello,  es importante que los padres intenten no forzar  que  sus  hijos  sigan  sus instrucciones, sino lograr que para ellos sea algo fácil y que quieran hacerlo. Esto puede  lograrse  cumpliendo  con  las siguientes pautas:

Simplifique las reglas de la casa

Explíquele lo que significa cada una y anótelas en una lista. Anote también lo que ocurrirá cuando las reglas se cumplan y cuando se rompan.  Estos  límites  deberán  ser comprensibles  y  sobre  todo,  inflexibles.

Ayude al niño a hacer las cosas paso a paso

Para un niño con TDAH es muy difícil recordar varias indicaciones juntas o realizar grandes tareas. Por ello, pídale que haga las cosas paso a paso dándole las indicaciones de una en una, a medida que vaya finalizando cada actividad.

Asegúrese de que sus instrucciones son comprendidas

Haga que su hijo le preste atención y háblele mirándole a los ojos. Dígale con voz clara y calmada  que  es  lo  que  usted  desea,  en oraciones simples y cortas. Luego pídale que le repita en voz alta lo que tiene que hacer; sólo así se asegurará de que le ha escuchado mientras hablaba y que le ha entendido bien.


Utilice el sistema de puntos

Es un sistema de premios mediante el cual el niño gana puntos (o fichas) cuando se porta bien y las pierde cuando se porta mal. Por ejemplo,  él  puede  acumular  puntos  por ordenar su cuarto y perderlos por no hacer la tarea. Al final de la semana, puede recibir un premio en relación con la cantidad de puntos que haya acumulado.

Enséñele a ser organizado

Los  síntomas  de  los  niños  con TDAH  hacen  que  les  resulte extremadamente difícil realizar correctamente cualquier tipo de actividad. No suelen poner atención a los detalles, se les pierden las cosas y no  saben  organizar  las  tareas  por prioridades.

Esta conducta inatenta e inconstante puede mejorar con la ayuda de los padres, haciendo que el hogar esté lo más estructurado posible.

Para ello se pueden poner en práctica una serie de pautas que ayudarán a que su hijo se organice mejor.

Utilice listas y horarios

Siéntese con su hijo y prepare una lista de actividades que su hijo debe realizar ordenadas por horas. Pegue la lista en lugares visibles y asegúrese de que el niño vaya marcando cada tarea.

Rutinas

Procure mantener un horario estable, ya que los niños con TDAH funcionan mejor si tienen un programa y un horario a seguir. Esto incluye los fines de semana; planee las actividades con anticipación para que su hijo se mantenga entretenido.

Use alarmas

Los  niños  con  TDAH  a  menudo  no  saben administrar el tiempo que tienen para hacer las cosas. En este punto, las alarmas pueden ser de gran ayuda; coloque varias radios a lo largo de toda la casa, programándolas para  que  se  enciendan  a  una  hora determinada.

Facilítele los cambios y las transiciones.

Los  estudiantes  con  dificultades  en  sus habilidades sociales suelen tener problemas para cambiar de una actividad a otra, como por ejemplo, pasar de mirar la televisión a hacer la tarea de lengua. Usted puede ayudarle a que el cambio sea más suave, dándole al niño una señal algunos minutos antes de que la  actividad  termine.  Esto  le  dará  la oportunidad de irse haciendo a la idea de que pronto llegará la hora de realizar otra tarea.

Motivando su aprendizaje

Concéntrese en el esfuerzo, no en las calificaciones
Premie a su hijo cuando termine la tarea y concédale  premios  adicionales  cuando obtenga buenas calificaciones. Asegúrese de que su hijo sepa lo que se espera de él y alabe sus esfuerzos y logros.

Cree en su hijo un hábito de estudio

Establezca un plan diario de estudio, con un lugar y un horario determinado. El horario debe ser siempre el mismo y el lugar, un sitio tranquilo, alejado de ruidos que le distraigan.

Si  el  niño  no  tiene  tareas,  haga  que permanezca en ese sitio leyendo un libro o realizando alguna otra actividad tranquila. No le mande a jugar fuera o a ver la TV, ya que esto podría desequilibrar la rutina establecida.

El  contenido  del  plan  de  estudios  deberá contener un listado de las actividades que el niño realiza diariamente. 
A la hora de llevarlo a cabo, tenga en cuenta los siguientes puntos:

• Calcule el tiempo que su hijo necesita para realizarlas, de manera que se establezca un horario personalizado y realista.
• Dedique el comienzo del horario a las tareas difíciles.

  Modifique  el  horario  en  función  de  las necesidades del niño. Si usted ve que a su hijo  no  le  lleva  demasiado  tiempo  una actividad, reduzca el tiempo necesario para hacerla y cédalo a una actividad que le cueste más.

  Procure  que  las  horas  de  estudio  sean siempre las mismas y en el mismo lugar.


Hasta que el niño no termine sus deberes, no podrá dedicarse a otra tarea.


Fomente sus habilidades sociales

Observe a su hijo mientras juega con otros niños

Esto le ayudará a entender qué es lo que hace bien y cuáles son sus fallos a la hora de relacionarse socialmente.

Diseñe un sistema de señales para usar con su hijo en distintas situaciones sociales

Si  el  niño  se  pone  a  mover  los  pies nerviosamente durante una reunión familiar, acuerde con él una señal (tocarse la oreja) de manera que el niño entienda que debe dejar de hacerlo. Así, le ayudará a mejorar su desempeño social sin causarle vergüenza.

Trabaje en un comportamiento o habilidad social a la vez
 Enfoque la atención y el esfuerzo de su hijo en una sola habilidad por un período de tiempo.
 De  esta  forma,  todo  le  resultará  menos confuso y obtendrá una mejor respuesta a su intervención.

Involucre a su hijo en actividades de grupo, siempre considerando sus intereses y habilidades

Si teme que pueda ser rechazado por su reputación negativa, involúcrelo en actividades en otro barrio. Así él podrá comenzar de cero.

Practicar algún deporte o aprender a tocar un instrumento musical ayuda a controlar la impulsividad.







Algunos juegos que estimulan la atención:

  Juegos de memoria.

  Maratón o turista.

  Repetición de cuentos.

  Escribir en máquina o computadora.

  Juego de dominó.

  Juego de cartas.

  Encuentra las diferencias.

• Visitar museos.

  Rompecabezas.

• Juegos con claves.

• Crucigramas.

• Ajedrez o cualquier otro juego de estrategia.

• Copiar diseños