miércoles, 27 de junio de 2018

Los niños y la salud mental

La   salud   mental es algunas veces referido como buen estado mental.
La salud mental en la infancia es un aspecto muy importante y no siempre se le da la importancia que debiera, además, es un componente integral y esencial de la salud, tanto es así que no hay salud sin salud mental.

Para que los niños tengan una buena salud mental se necesita que tengan una infancia sana y feliz, que cuenten con una adecuada salud física y que tengan sus necesidades básicas y emocionales cubiertas, lo cual hará que establezcan unas relaciones positivas con los demás, que se sientan bien consigo mismos (autoestima) y que sean capaces de aprender y hacer cosas nuevas.
Una buena salud mental temprana en la vida será la base fundamental para tener una vida positiva en el futuro. Cuando un niño tiene problemas de salud mental afectará a todos los campos, a su comportamiento, a su rendimiento académico, a su manera de relacionarse…
Es  muy  común  oír  a  la  gente  decir  que  algunas  personas  “tienen  personalidad”,  mientras otras “carecen de esta”. En el sentido estricto de la palabra esta afirmación es incorrecta, pues la personalidad es  la  expresión  social  de  los  rasgos  de temperamento y manera de ser de un individuo y, por lo tanto, todos tenemos una.
Sin embargo, al afirmar que alguien tiene “una gran personalidad” se está afirmando que se trata de una persona auténtica y con una gran seguridad en sí misma.
Quienes sobresalen por “tener mucha personalidad” se caracterizan porque dicen, hacen y se muestran como son, sin temor a las críticas o a la desaprobación de los demás. Y tal característica es, en muy buena parte, el resultado de la aceptación y confianza que sus padres les demostraron a lo largo de su vida.
Un niño verdaderamente aceptado por sus padres, quien no ha sido presionado para ser distinto de  lo  que  es,  que  aprende  más  rápido  de  lo  que  sus  capacidades  le permiten  y  no  expresa  algo  distinto  a  lo  que  de  verdad  siente,  será  uno  de  esos individuos a quienes los demás admirarán por su “gran personalidad”.
En teoría, todos los padres afirmamos que aceptamos a nuestros hijos tal como son.
Pero la realidad es otra. Tenemos grandes expectativas sobre cómo deben ser ellos y,  sin  advertirlo,  les  trasmitimos  nuestros  ideales  forjados  con  base  en  que  lo  que hemos  aprendido  es  importante  para  triunfar  en  la  vida.  Infortunadamente, un absurdo prejuicio  (el  cual  establece  que  las  cualidades  fundamentales  para  este propósito  son  belleza,  inteligencia  y  riqueza),  nos  lleva  a  presionar  a  los  hijos  para desarrollar  esas  características  a  como    lugar.  Y  al  tratar  de  moldearlos  no  los aceptamos por lo que son, sino por lo que logren en torno a nuestras expectativas.
Si  queremos  que  los  niños  desarrollen  su  potencial,  es  fundamental  tener  fe  en
ellos.
A  veces  los  padres  creemos  que  ellos  no  serán  responsables  si  no  se  los recordamos  a  toda hora.  Pero educar  no  significa  repetirles  todo  lo  que  deben hacer,  ni atemorizarlos  con  recomendaciones  exageradas  cuando  intentan  vivir  sus propias experiencias.
Es precisamente dejarlos responder por las consecuencias de  sus  acciones  y  decisiones  como  desarrollarán  las  cualidades  que  les  permitirán confiar en sí mismos.
En resumen, “la personalidad” es una manifestación de la autenticidad y seguridad interior de una persona. La seguridad económica, tan valorada por la cultura actual, si  bien  es  ideal  para  ofrecernos  buenas  comodidades  y  oportunidades,  no  puede comprar  el  bienestar emocional,  la  autoconfianza  y  el  sentimiento  de  dignidad  y  de valor que se desprenden del apoyo emanados del amor incondicional de los padres.
Por  eso,  con  razón  afirmaba  Erich  Fromm  que “el amor es un acto de fe y quien  tenga poca fe también tiene poco amor.
Fomente en su casa un ambiente de mucho apoyo emocional
• Esté seguro que su niño tiene   mucho   amor, comprensión y apoyo.
• Ayude  a  su  niño  a hablar  de  sus  sentimientos.
• Anime a su niño a tratar nuevas cosas.
• Provea un lugar seguro para   que   su   niño aprenda  a  ser  independiente.
  Muéstrele  a  sus  niños maneras  efectivas  para resolver  problemas  y conflictos.
• Permítale a su niño que resuelva problemas por sí mismo.
  Enséñele  a  su  niño ejercicios de respiración profunda para ayudarle a reducir el estrés.
  Enséñele  a  su  niño  a apreciar  y  respetar  a otros.
  Anime  a  su  niño  aayudar a otros.
• Disciplina apropiada 

Síntomas que alertan sobre un problema de salud mental de los niños

Los síntomas nos dan pistas de que algo no funciona bien, nos alertan de que algo está pasando. Podemos empezar a sospechar que el niño no goza de una óptima salud mental cuando:

- No muestra interés por interactuar con las personas de su entorno.
- No establece relaciones positivas con su grupo de iguales ni tampoco con los adultos.
- Retraimiento o aislamiento social.
- Alteraciones en el sueño y en la alimentación.
- No tiene curiosidad por aprender ni explorar el entorno en el que se desenvuelve.
- No experimenta, regula ni expresa sus emociones de manera adecuada.
- Manifiesta un comportamiento que llama la atención (se muestra retraído, aislado o por el contrario se muestra agresivo y desafiante, etc.).
- Irritabilidad, muestras frecuentes de ira.
- Se autolesiona (se muerde, se golpea, se araña, etc.).
- Muestra sentimientos de tristeza o melancolía la mayor parte del tiempo.
- Se siente constantemente preocupado, ansioso.
- Repite conductas más comunes en niños de menor edad como incontinencia urinaria en la cama, durante mucho tiempo.
- Se queja constantemente de dolores de cabeza, de estómago o cualquier otro tipo de dolor corporal.

Es importante observar si el niño muestra estos síntomas en todos los contextos en los que se desenvuelve (casa, colegio, durante el tiempo de ocio con los compañeros, etc.) ya que esto va a determinar si estamos o no ante un problema de salud mental.

Es importante que si se detectan algunos de los indicadores de salud mental deficitaria, que anteriormente hemos señalado, se le ofrezca al niño la posibilidad de ser atendido por un profesional de la salud. No intervenir o no hacer nada al respecto puede enquistar los síntomas y no aliviar el malestar del niño e incluso agravarlo.

Esto limitaría su derecho a vivir de manera plena y satisfactoria. Por ello, ante estos síntomas de alarma, lo más recomendable es que los padres y madres se pongan en contacto con profesionales de la salud (médico especialista en pediatra, médico especialista en psiquiatra o psicólogo) para que puedan actuar con el fin de aliviar el sufrimiento del menor.