miércoles, 8 de febrero de 2017

Los buenos padres son como los buenos profesores

Los niños que han sido bien educados y cuyos padres les ayudan a tranquilizarse cuando están nerviosos parecen desarrollar mayor fortaleza en los circuitos cerebrales para dominar la angustia; si sus padres no les atienden es más probable que actúen siguiendo impulsos agresivos o que tengan problemas para tranquilizarse cuando estén alterados. 

Los buenos padres son como los buenos profesores; al ofrecer una base segura, los adultos responsables de los niños pueden crear un entorno que permita funcionar a sus cerebros al máximo rendimiento. Esta base se convierte en un refugio seguro, un ámbito de fortaleza desde el cual aventurarse a explorar, para aprender algo nuevo y para alcanzar metas. El niño puede interiorizar esta base segura si se le enseña a dominar mejor su ansiedad para que pueda concentrar mejor su atención. Esto también potencia su capacidad para lograr un entorno óptimo para el aprendizaje.

¿Influye el aprendizaje social y emocional en la vida de los niños? Ahora tenemos la respuesta: un metanálisis definitivo de más de cien estudios ha comparado a estudiantes que han recibido aprendizaje social y emocional con otros que no lo recibieron. Los datos demuestran unas mejoras impresionantes en el comportamiento de los estudiantes que sí lo recibieron dentro y fuera del aula. No sólo dominaron habilidades como tranquilizarse y desenvolverse mejor, sino que también aprendían con más eficacia; sus notas mejoraron y, en pruebas de logros académicos, sus calificaciones fueron 14 puntos porcentuales más altas que las de estudiantes similares que no recibieron programas de aprendizaje social y emocional. Ayudar a los niños a dominar sus emociones y sus relaciones les hace ser mejores estudiantes
La corteza prefrontal, el centro ejecutivo del cerebro, es un área del cerebro que la experiencia moldea durante la infancia. Esta área alberga los circuitos para inhibir los impulsos emocionales perjudiciales y para prestar atención, es decir, para relajarse y concentrarse. Cuando los niños no tienen estrategias para disminuir su ansiedad, no disponen de tanta capacidad de atención para aprender, para resolver problemas y para comprender nuevos conceptos.
Por ejemplo, si ante un examen sorpresa un niño es presa del pánico, grabará esta respuesta y no los detalles del examen; la angustia destruye el aprendizaje. En la actualidad los científicos creen que si se mejora la atención y la memoria, y también se despeja la mente de la impulsividad y la angustia, la mente del niño se sitúa en el mejor terreno para el aprendizaje; y esto es lo que hace el aprendizaje social y emocional.

Los niños también llevan hoy una vida más estresada.
Ellos son las víctimas del ritmo frenético y acelerado de los adultos.







 En la actualidad demasiados jóvenes sufren dificultades de adaptación y de salud mental, y la sociedad no invierte los recursos suficientes para proporcionar la ayuda y la atención apropiadas. A menudo confundimos los síntomas del estrés mal dominado en los niños con una conducta inapropiada que se debe corregir. Los profesores y los padres les regañan por actos que, en realidad, son reacciones al estrés y no una mala conducta intencionada. La situación se convierte en una espiral de reacciones de estrés consecutivas, atrapando al adulto y al niño.


Una organización que se centra en el uso del aprendizaje social y emocional como parte esencial de la educación. CASEL propone cinco grupos básicos de habilidades o aptitudes que construyen la inteligencia emocional y que pueden cultivarse sistemáticamente en casa y en la escuela:
O Autoconciencia: identificar los pensamientos, los sentimientos y la fortaleza de cada uno, y notar cómo influyen en las decisiones y las acciones.
O Autoconciencia social: identificar y comprender los pensamientos y los sentimientos de los demás desarrollando la empatia, y ser capaz de adoptar el punto de vista de otros.
O Autogestión: dominar las emociones para que faciliten la tarea que se está realizando y no interfieran en ella; establecer objetivos a corto y largo plazo; y hacer frente a los obstáculos que puedan aparecer.
O Toma de decisiones responsable: generar, ejecutar y evaluar soluciones positivas e informadas a los problemas, y considerar las consecuencias a largo plazo de las acciones para uno mismo y para los demás.
O Habilidades interpersonales: expresar rechazo a las presiones negativas de compañeros y trabajar para resolver  conflictos con el objetivo de mantener unas relaciones sanas y gratificantes con los individuos y el grupo.

Cuando los padres y los hijos practican y emplean estas
habilidades en casa, los efectos son doblemente beneficiosos.
No sólo se facilita a los jóvenes la adquisición de estas habilidades,
sino que las relaciones interfamiliares tienden a mejorar
cuando los miembros se escuchan abiertamente y resuelven
los problemas juntos. Los niños también comprenden que
el aprendizaje es un proceso que se desarrolla durante toda la
vida, no finaliza cuando terminan la escuela. El aprendizaje
social y emocional es como una póliza de seguros para una
vida sana, positiva y satisfactoria.




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